¿Qué es la energía química?
La energía química es la energía potencial que se conserva en un portador de energía en forma de compuesto químico y que puede liberarse o absorberse a través de una reacción, si los átomos se separan o se rompen. Las reacciones químicas comunes son el calor y la electricidad, de uso diario.
En definitiva, la energía química se encuentra dentro de átomos, partículas subatómicas y enlaces químicos, pero solamente se observa cuando se produce alguna reacción en ellos.
Una vez se produce la reacción esperada, la energía química se transforma en otro tipo de energía, que puede ser eléctrica, radiante, mecánica, térmica y nuclear.
Tipos de energía química
Hay dos tipos de energía química que pueden diferenciarse por la reacción que producen:
- Las reacciones exotérmicas son las que producen calor y electricidad. Estas reacciones las podemos encontrar en el uso de combustibles, por ejemplo, la quema de madera y aceites. Tales materiales conservan energía química que, cuando se oxidan, se libera en forma de energía térmica y en energía lumínica.
- Las reacciones endotérmicas son las que producen el enfriamiento. Las reacciones que generan frío vienen provocadas por la absorción de energía química, por ejemplo, el ozono en la atmósfera está producido por una reacción endotérmica.
Cabe aclarar que la energía química que más se utiliza en nuestro día a día es la energía de reacción exotérmica, es decir, la que se libera para producir calor y electricidad.
Ejemplos de energía química
Algunos ejemplos de energía química incluyen la quema de combustibles fósiles, como el petróleo, que produce electricidad, agua caliente y calefacción. El metano y el gas natural también son combustibles que, al reaccionar con el aire, producen calor y electricidad.
La fotosíntesis también es un ejemplo de energía química, ya que transforma la energía solar en energía que utilizan las plantas para obtener dióxido de carbono, oxígeno y agua.
Por último, la comida de la que nos alimentamos se considera energía química, puesto que nuestro organismo la transforma en otros tipos de energía que emplea para sus funciones, como energía de moléculas ATP, que permiten que las células del cuerpo sobrevivan.