La huella de carbono en alimentos es la tercera causa de contaminación en la atmósfera. Hablamos de una industria que engloba actividades de cultivo, elaboración, transporte, almacenamiento y residuos con grandes posibilidades de aumentar la emisión de gases.
¿Qué podemos hacer nosotros, como consumidores, para reducir nuestra huella de carbono alimentaria? En primer lugar, es importante entender qué impacto tiene nuestra decisión de adquirir uno u otro alimento y qué cambios podemos aplicar para cuidar del planeta.
En este post veremos qué es exactamente la huella de carbono en alimentos, cómo elegir los productos que menos emisiones de gases de efecto invernadero generan y todos los consejos que nos servirán para ser más conscientes de nuestro consumo alimentario.
Índice de Contenidos
¿Qué es la huella de carbono en los alimentos?
La huella de carbono de la industria alimenticia produce casi un 40% de las emisiones de CO2 y otros gases en todo el mundo. Los procesos de cultivo, producción, procesamiento, transporte, consumo y residuos de gran parte de la industria no son todavía sostenibles.
Aunque cualquier producto que vayamos a consumir genera un mínimo de huella de carbono, lo importante es que la cantidad de gases que generamos al consumir cualquier alimento va a depender de factores como su origen, el tipo de fabricación y envase, etc.
La razón por la que es crucial tomar conciencia de los alimentos que consumimos radica justamente en las actividades de elaboración, almacenamiento y transporte de la industria, las cuales requieren por sí solas una cierta cantidad de energía y materias primas.
Algunos alimentos generan más emisiones de gases de efecto invernadero que otros porque las actividades industriales y su forma de consumirlos causan un impacto más negativo en el medio ambiente. Veamos cómo se dividen los productos alimenticios.
Tu idea más genial: ahorrar con Eligenio
Alimentos con mayor huella de carbono
De todos los alimentos que podemos adquirir en un mercado, sin duda la carne es el producto que más gases de efectos invernadero lanza a la atmósfera del planeta. Son la carne de vacuno y la de cordero las mayores responsables de la contaminación.
Para entender mejor cuánto contamina comprar y consumir carne es suficiente con saber que, según fuentes como la BBC, cada kilogramo de ternera que comemos equivale a 16kg de CO2 en el aire, mientras que otros alimentos como el pollo o los cerdos no contaminan tanto (con 8kg y 4,4kg de CO2 por kilo de carne, respectivamente).
El problema medioambiental de la carne en los mercados es tal que solo las funciones de la ganadería agrícola ya producen casi el 15% de las emisiones de gases en la atmósfera, debido a la liberación de metano a través de la fermentación entérica de los animales.
Además de la carne, productos como el café instantáneo y el chocolate negro pueden llegar a producir hasta 30 kilogramos de dióxido de carbono por cada kilogramo de alimento. Esta cantidad de emisiones es similar a la que provoca la producción de algunos lácteos, como el queso parmesano.
Alimentos con menos huella de carbono
Dentro de la industria alimenticia, hay productos que generan muy poca huella de carbono. Son en concreto las frutas y las verduras las que, frente a la carne, producen menos cantidad de gases nocivos en el planeta debido tanto a la elaboración como al transporte.
Si los productos animales aumentan la huella de carbono por factores como las grandes cantidades de agua dulce que se requieren para sacar adelante la materia prima, esto no ocurre en productos vegetales porque la contaminación hídrica es bastante menor.
Por ejemplo, un kilogramo de lentejas no supera los 0,9 kilogramos de CO2 lanzado a la atmósfera. Lo mismo decimos del pan, las patatas y los plátanos, que no llegan al kilo de emisiones de dióxido de carbono. Como vemos, la diferencia en sostenibilidad es notable.
Consejos para reducir la huella de carbono con nuestra dieta
Sabiendo estos datos, reducir la huella de carbono en los alimentos que consumimos es indispensable si queremos contribuir a la mejora medioambiental. El primer paso consiste en optar por comprar productos vegetales más que productos de carne y lácteos.
Como los alimentos ricos en proteínas vegetales, como las lentejas, lanzan hasta 100 veces menos la cantidad de gases nocivos en la atmósfera que los alimentos de carne, sustituir la carne por legumbres en nuestra dieta reduce la huella de carbono en dos tercios.
Además de hacer cambios en nuestra dieta, es importante apostar por productos locales que no han pasado por procesos de transporte exhaustivos. También deberíamos elegir alimentos cultivados de forma sostenible que han requerido menos agua y químicos.
De igual manera, cada vez que vamos al supermercado hay que fijarse en el tipo de envase que se utiliza para conservar un producto. Para reducir la huella de carbono en alimentos, es más aconsejable escoger productos en tetrabrik o lata que en plástico, por ejemplo.
Cada vez que decidimos alimentarnos de productos locales y que son de temporada no solo estamos apoyando la agricultura más respetuosa con el planeta y la biodiversidad, también estamos estimulando la economía local y evitando el transporte de largo recorrido.
Podemos decantarnos por productos frescos, eligiendo pescado que proceda de hábitos de pesca sostenibles y alejarnos del consumo de productos altamente procesados. La idea es que la dieta se base en un mayor consumo vegetal y un consumo animal moderado.
