¿Se acercan los exámenes más importantes de tu carrera y necesitas aprovechar la máxima concentración? Pues encontrar la mejor luz para estudiar y mejorar el rendimiento puede marcar la diferencia entre conseguir unos resultados normales y sobresalir en tus objetivos.
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¿Cómo saber qué luz te mantiene despierto y concentrado?
Lo primero que deberías saber es cómo funciona tu cerebro cuando estás estudiando con un tipo de luz u otra. Verás, todo cerebro interpreta la luz que entra por los ojos como un conjunto de ondas con longitudes muy específicas, entre ellas los azules al final del espectro visible.
Quizá esto te parezca una tontería, pero no lo es. Todo tiene que ver con la luz natural del día: si te fijas, cuando te despiertas por la mañana y hasta el atardecer estás en estado de alerta, moviéndote activamente y haciendo un montón de tareas que no puedes hacer al caer el sol.
Una cosa así no es casualidad: la luz que te mantiene alerta y concentrado para completar tus objetivos es la luz natural diurna, que cae en el rango de 5000K a 65000K. Este rango es al que debes aspirar cuando estás buscando la mejor luz para estudiar en cualquier hora del día.
Piensa que la luz de 65000K es comparable a la luz solar directa, así que deberías pensar en el tono concreto que más te interesa para mantenerte concentrado y sacar el máximo rendimiento de tu memoria. La idea es adquirir luces LED con muchos lúmenes para no forzar la vista.
Luz adecuada para el rendimiento académico: blanca o amarilla
Así que tu cerebro ya ha hablado: a él lo que le gusta para almacenar todos los datos y la información que necesitas recordar es la luz blanca. En cambio, la luz amarilla o cálida es más apropiada para relajarte y crear un ambiente acogedor, lo contrario de lo que necesitas.
Para sentirte más activo y estudiar lo máximo posible sin notar que los ojos se te cierran o que te pesan es importante estimular al cerebro con longitudes de onda que se encuentren en el extremo inferior del espectro visible. De esta forma evitarás sentirte somnoliento y cansado.
Eligenio: Elegir bien, es genial
Si instalas luces amarillas te dormirás encima de la mesa de escritorio, algo que no quieres que pase cuando estás a las puertas de hacer tus exámenes. ¿Alguna vez has notado que los textos te adormecían y que no podías despabilarte? Pues la luz cálida es la gran responsable.
Para crear la sensación de que estás activo en plena mañana, no te queda otra que engañar a tu cerebro con el viejo truco de la iluminación. No debes optar por longitudes de onda que estén en el extremo superior del espectro, ya que el cerebro entiende que es hora de descansar.
¿Qué le pasa al cerebro cuando lo expones a la luz?
Para entender cómo afecta la iluminación a tu estudio, tienes que recordar una hormona natural que produce tu cerebro: la melatonina. Esta hormona es la responsable de regular el ciclo de sueño, así que cuando la luz del día se reduce la melatonina aumenta y empiezas a dormirte.
En cambio, cuando la luz del día es mayor el cuerpo apenas produce melatonina y eso es lo que hace que el cerebro se mantenga despierto y descansado. Entonces, la luz blanca que cae en el rango de 5000K a 6500K es la que hace que te sientas más concentrado y activo.
De hecho, los últimos estudios indican que las luces azules y blancas son las que refuerzan ese estado de alerta que aumenta el rendimiento cognitivo. Es decir, esta iluminación es la que hace que puedas estudiar más y mejor. También eres capaz de retener mucha información.
Según la revista Sleep Medicine, todos aquellos que estudian con luz cálida o amarilla ven su rendimiento cognitivo significativamente reducido. Por eso es que nunca verás despachos de oficinas con esa típica iluminación amarilla que sueles encontrarte en restaurantes y spas.
Consejos para una iluminación óptima en tu espacio de estudio
Ya tienes claro que la luz blanca es la que necesitas en tu habitación de estudio. Ahora bien, ¿cómo puedes mejorar esta iluminación para potenciar al máximo las capacidades de tu cerebro? Pues lo primero de todo es adquirir bombillas frías en el rango de 5000K a 6500K.
Para aumentar la productividad todavía más, considera colocar una lámpara de escritorio que sea ajustable y no produzca parpadeos. Este tipo de lámpara, acompañada de una bombilla de luz blanca, te permitirá estudiar con el brillo correcto y crear un entorno de lectura más cómodo.
También es recomendable que evites utilizar bombillas que te deslumbren. ¿Sabías que el deslumbramiento hace que no te puedas concentrar bien? En general, los niveles de luz que son directos o que cambian rápidamente hacen que tu capacidad de estudio esté limitada.
Y otro último consejo: intenta no apuntar las luces directamente a la pantalla del ordenador, a los ojos, a superficies lisas o pulidas, o a cualquier otro tipo de espejo que pueda crear reflejos lumínicos dañinos para tu concentración. ¡Siempre debes inclinar las luces hacia el escritorio!
Luz natural vs. luz artificial: maximiza tu rendimiento
Hasta ahora solo hemos hablado sobre el color de la luz, pero eso no es lo único que importa cuando se trata de sacar buenas notas en tus exámenes. Si quieres sentirte como un genio mientras estudias, también deberías prestar atención a un pequeño detalle llamado lúmenes.
Los lúmenes miden el brillo de una bombilla, y lo que mejor le va a tu cerebro para concentrarse es una buena cantidad de lúmenes que mantengan la habitación donde estudias bien iluminada. Así que procura elegir bombillas LED con un número de lúmenes alto.
Este truco hará que tu cerebro piense que es de día y que la luz artificial es en realidad luz natural. ¿Quién dijo que no se consigue nada engañando? Para crear un ambiente de estudio ideal, debes preocuparte porque el índice de reproducción cromática sea de al menos 80.
El índice de reproducción cromática es ese factor que hace que los colores de los objetos a tu alrededor se vean más brillantes y reales a primera vista. Esta es una buena manera de imitar la luz diurna y alejar al cerebro lo máximo posible de la reproducción de la temida melatonina.
