¿Qué es la inercia térmica?
La inercia térmica alude a la capacidad de los materiales para almacenar calor y mantener una temperatura constante durante mucho tiempo. Esta propiedad significa que los materiales pueden absorber y liberar calor lentamente, con algunos cambios graduales en la temperatura.
Cómo medir la inercia térmica de un edificio
Para el grado de inercia térmica de un edificio, se pueden seguir los siguientes pasos:
- Hacer un estudio sobre la construcción del edificio, incluyendo los materiales que se han utilizado para crear la estructura y el aislamiento térmico.
- Medir la masa térmica del edificio, es decir, la cantidad de materiales que almacenan calor. La pared de cemento o las losas de hormigón son un ejemplo.
- Hacer pruebas de temperatura en diferentes partes del edificio durante momentos del día diferentes y en más de una condición climática.
Según estas pruebas, se pueden tomar medidas para mejorar la inercia térmica del edificio.
Inercia térmica en nuestros hogares
En casa, la inercia térmica juega un papel importante de cara al confort térmico. Por ejemplo, los materiales como la piedra, el cemento y la cerámica pueden absorber y almacenar calor durante el día. Por la noche, lo liberan lentamente para mantener una temperatura constante.
Por eso es que es importante diseñar y construir las casas con materiales que tengan esta capacidad, además de mejorar la ventilación y la orientación de la casa. Así se aprovecha la luz solar y se controla mejor la temperatura ambiente junto a un adecuado aislamiento térmico.
Materiales con más inercia térmica
La piedra, el hormigón y el ladrillo son ejemplos de materiales con mayor inercia térmica para construir casas. Son materiales que tardan tiempo en calentarse o enfriarse, así que es menos probable que liberen la energía enseguida, ayudando a mantener la misma temperatura.
¿En qué casos no se recomiendan?
No siempre se aconseja emplear materiales con mucha inercia térmica para construir una casa. Por ejemplo, si se busca una rápida transferencia de calor, como lo hacen los sistemas de calefacción o el aire acondicionado, no es buena idea usar las propiedades de esos materiales.
Tampoco se aconseja emplear materiales con mucha inercia térmica si se necesitan cambios muy rápidos en la temperatura ambiente, ya que el hormigón, el cemento o el ladrillo tarda más en calentarse o enfriarse. Al fin y al cabo, tienen una gran capacidad para almacenar calor.